El Azabache

Historia

El azabache está formado por una mezcla heterogénea de material carbonáceo orgánico y materia mineral, constituida principalmente por vitrinita, compuesto orgánico que deriva de la lignina, celulosa, etc. y que está presente en las plantas vasculares con semillas. Se presenta negro, compacto, suave al tacto, ligero y bastante duro ( 3-4 en la escala de Mohs), aunque bastante frágil. Tiene fractura concoidea y el color de la raya hecha con él es pardo oscuro
Arde produciendo mucho humo, despidiendo olor bituminoso y, a veces, fétido. Su densidad oscila entre 1,2 y 1,3 gr/ cm3.
Recientes estudios llevados a cabo por un equipo de investigación de la Universidad de Oviedo demuestran que nuestro azabache procede de una familia de árboles jurásicos, extinguida hace 65 millones de años, las protopináceas, además de las araucarias.
Se trabaja con lima y torno, adquiriendo un brillo intenso que no decrece con el paso del tiempo mediante una adecuada pulimentación. Pese a ser relativamente duro, es muy frágil, lo que hace que su talla sea difícil cuando con él se intentan esculpir figuras en las que abundan los detalles y los calados. Esta circunstancia ha dotado al arte de la azabachería de escasos márgenes expresivos.
El mundo antiguo lo llamó succinum nigrum, equiparándosele al ámbar o succino, con quien aparece asociado frecuentemente.
También se le llamó Lapis Gagates, denominación utilizada por el naturalista Plinio, entre otros, y por San Isidoro, autor que en su vasta obra Las Etimologías aclara la razón de su nombre: “ Gagates es una piedra hallada primeramente en Licia, Asia Menor ( Turquía) que es arrojada a la orilla por el río Gagas, y de ahí le viene el nombre; hay muchas en Bretaña. Es una piedra negra, plana, suave y arde aplicada al fuego. No se borran los escritos hechos con el barro de esta piedra…” El nombre español azabache es de origen árabe. En Asturias se le llama acebache o azebache. El Galicia, acebiche o acibeche. En catalán, gaieta ( derivado de Gagas) y también atzabeja. En Aragón, en fín, se le llama azabaya.



En Asturias, el azabache aparece principalmente en la costa. Ha sido el Principado el mayor suministrador de la península de material en bruto a lo largo de los siglos.
La zona costera que va desde Gijón hasta Colunga es la que guarda mayores depósitos e, históricamente, donde se concentraron casi todas las explotaciones.
La hoy llamada Costa de los Dinosaurios es un terreno jurásico con abundantes muestras de la fauna y flora de esta era. El azabache es el material fósil de origen vegetal más importante y representativo de toda ella. Fue, sin duda, el mejor de los españoles y de todo el continente europeo e igual al afamado de Whitby: ambos, el inglés y el asturiano, los mejores del mundo. 
Valentín Monte Carreño

Geología

El azabache procede de una familia de árboles jurásicos que se extinguieron hace unos 65 millones de años, al mismo tiempo que los dinosaurios, según desvela el primer estudio científico multidisciplinar sobre el origen de este mineral de alto valor económico y artesanal.
El estudio de biólogos, geólogos y químicos de la Universidad de Oviedo y del Instituto Nacional del Carbón (INCAR-CSIC) revela que el azabache procede de unos árboles pertenecientes al grupo de protopináceas -familia botánica fósil que vivió entre hace 200 y 65 millones de años-, y desmiente la creencia generalizada de que proviene de la madera de las araucarias, especie arbórea que aún abunda en los países iberoamericanos.

Las protopináceas son árboles que llegan a tener entre 10 y 20 metros de altura, con un tronco recto de aspecto similar al de las palmeras y que está ramificado en su parte superior de forma irregular, mientras que las últimas ramas se bifurcan con la aparición de hojas verdes similares a escamas y semillas agrupadas en piñas.
El botánico de la Universidad de Oviedo Tomás Díaz González explicó que un análisis de la estructura interna de mineral extraído de Asturias y Teruel -dos de los pocos yacimientos en España- «no deja dudas» sobre el hallazgo, y apuntó que éste constituye un avance «de primera magnitud» en el conocimiento de la flora jurásica de la península ibérica. Las muestras de azabache analizadas pertenecen a los géneros Brachyoxylon y Protocupressinoxylon.



Arqueología

La gran actividad arqueológica desarrollada en los últimos años en el Principado de Asturias está sacando a la luz preciados testimonios, ilustrativos de la particular atracción que a lo largo de milenios ejerció este material sobre los primitivos pobladores del solar astur.
    La pieza más antigua localizada hasta la fecha, y excepcional en el contexto europeo, es una cuenta de collar recuperada en las excavaciones arqueológicas de la cueva de Las Caldas (Oviedo), en un nivel de ocupación del Solutrense superior, cuya antigüedad se remonta a unos 19.000 años antes del presente.
    Ofrece particular interés asimismo, la singular cuenta de azabache hallada en la excavación del túmulo XV de la gran necrópolis del Monte Areo (Carreño). Extraída junto al pórtico de la cámara sepulcral de la tumba, formaría parte de un complemento de adorno de alguno de los individuos allí inhumados, hace unos 5.000 años. Con forma de oliveta, la pieza alcanza los 31 mm. de longitud, con un diámetro en su parte central que ronda los 24 mm. Su técnica de fabricación, con la perforación central realizada mediante taladro de arco, partiendo desde los dos polos de la cuenta, y posterior pulido, es idéntica a la empleada prácticamente hasta la actualidad por los artesanos azabacheros tradicionales.
    Azabache en bruto y someramente desbastado aparece en poblados de la primera Edad del Hierro, del entorno de la ría de Villaviciosa, dentro de contextos de ocupación que se remontan al siglo VIII, antes de Cristo.
    No es ajena la presencia de este material en los yacimientos asturianos de época romana, como testimonian las cuentas de collar recuperadas en la Villa romana de Veranes (Gijón) dentro de niveles datables en torno al siglo V de nuestra era.
    En el castillo de Curiel (Peñaferruz, Gijón), se extrajo también una cuenta similar a éstas últimas, dentro ya de un estrato datado en la segunda mitad del siglo XII-primera mitad del siglo XIII. Como acertadamente sugieren los autores del hallazgo, podría tratarse también de una pieza de época tardoantigua, expoliada de alguno de los numerosos asentamientos de este periodo, localizados en el entorno.
    La recuperación de piezas de azabache en contextos de época medieval es relativamente frecuente, en particular en los depósitos arqueológicos correspondientes a etapas finales de este período e inicios de la Edad Moderna, coincidiendo con el momento quizá, de mayor vitalidad de esta artesanía.
    En este sentido, son especialmente relevantes las excavaciones arqueológicas que vienen realizándose en los últimos años dentro del primitivo recinto amurallado de la antigua Puebla de Maliayo, la actual Villaviciosa. Ésta es sin duda la villa azabachera española por excelencia, ya que en la franja costera de este municipio se concentra más del 90 % de las explotaciones de azabache de nuestro país.
La vieja puebla medieval, fundada por el Rey Sabio en el último tercio del siglo XIII, y su alfoz, uno de los más extensos de Asturias, surtieron secularmente de artesanos y materia prima a buena parte de los centros transformadores hispanos y europeos, y en particular a la ciudad del Apóstol, meta del Itinerario jacobeo, al que tan estrechamente se encuentra vinculada la artesanía del azabache.
Villaviciosa probablemente contó en época medieval con una rúa azabachera, la antigua calle del Espadañal, en la que se concentrarían pequeños talleres que quizá elaborasen fundamentalmente obra menor con destino a los grandes puntos de venta. Uno de estos talleres fue objeto de excavación arqueológica en la década de los 90.



En ella se recuperaron diversos tipos de cuentas y anillos, así como otros materiales relacionados con el proceso de transformación. La instalación debió mantenerse en funcionamiento, al menos, desde fines del siglo XV hasta el último tercio de la centuria siguiente.
    La excavación arqueológica de la trasera del antiguo palacio de Los Hevia, sacó a la luz un amplio tramo de la mencionada calle del Espadañal, a la que venimos haciendo alusión. Los trabajos permitieron documentar un rudimentario piso empedrado, excepcional ejemplo de un vial datable en el tránsito de los siglos XIV-XV, centuria esta última en la que se produce su abandono.
El depósito albergaba una ingente concentración de desechos de talla de azabache, así como abundantes cuentas, que permitirán establecer sólidos referentes cronológicos en relación con determinados tipos de estos abalorios.
    Las excavaciones arqueológicas realizadas en el caso antiguo de la capital ovetense, otro de los grandes centros de la peregrinación jacobea, también han proporcionado piezas de azabache.
Sirva de ejemplo la singular cigua cuádruple, de 21 mm. de longitud, sin paralelo conocido hasta la fecha, recuperada en la excavación de un solar de la calle La Rúa de Oviedo (Asturias), datada en torno al siglo XV.
Rogelio Estrada García

Toda esta información procede del blog de la asociación para la defensa del azabache jurásico asturiano: